10 planes divertidos para ver París como los lugareños

Obviamente, cualquier viaje a París incluye una visita a la catedral de Notre Dame, pero, ¿qué te parecería poder ver lo que hay debajo, en la cripta? Abierta al público en 1980, en ella se esconden los restos de antiguos edificios que, en algunos casos, tienen más de 2000 años de antigüedad. Imagina poder recorrer un encantador laberinto y viajar en el tiempo a siete metros bajo las calles de la metrópolis.

Verás ruinas de los muelles del puerto de la vieja Lutetia, baños galorromanos, termas privadas, vestigios de villas romanas, pozos y murallas, o incluso la distribución del alcantarillado de las construcciones de estilo Haussmann: las distintas etapas del desarrollo urbano y arquitectónico se mezclan y revelan ante los ojos del visitante en el corazón de la capital, la Île de la Cité. Hay disponible una visita guiada de una hora y media, aproximadamente, así como proyecciones de diapositivas y maquetas de la famosa catedral.

La zona de Butte-aux-Cailles no suele aparecer en las guías turísticas. Mejor, porque esta es la razón por la que la barriada, construida en torno a una pequeña colina en el distrito XIII (o arrondissement) ha conseguido mantener su encanto y autenticidad. Comprobarás que aquí no hay edificios de estilo Haussmann sino callejuelas adoquinadas bordeadas de árboles y bonitas casas y paredes en las que a veces es posible contemplar obras de arte urbano, incluidas algunas de la célebre Miss Tic.

También podrás ver las fachadas de madera de La Petite Alsace, refrescarte en la piscina más antigua de París bajo una bóveda digna de una catedral o probar cómo se te da el ganchillo después de un abundante almuerzo en l'Oisive-Thé. Por la noche, resulta un auténtico placer unirse a los lugareños en los restaurantes y bares del barrio.

Salvaje y encantadora, la Petite Ceinture es una antigua vía de ferrocarril que, en su momento, servía para transportar mercancía por la capital francesa. Aunque algunos tramos aún se utilizan, el resto se ha convertido en un lugar en el que disfrutar de distintas iniciativas. Casi no puede verse desde la carretera, y cuenta con una parte elevada y otra subterránea. Asimismo, en la actualidad, puedes encontrar desde cafeterías como La Gare, en el distrito XVI, o La Recyclerie, en el XVIII, hasta jardines compartidos, un sendero ecológico, rutas para bicicletas, instalaciones deportivas y un paseo arbolado en el distrito XV.

Para acceder a ella, te recomendamos algunos puntos: Rue de la Mare y Rue de Ménilmontant, en el distrito X; entre Rue Rottembourg y Rue de Montempoivre en el XII, y entre Place Balard y Rue Olivier-de-Serres en el XV.

El Musée des Arts Forains, o Museo de las Artes Feriales, es un lugar completamente dedicado a la risa, la fiesta y el ocio. Su colección, deliciosamente retro, se compone de tiovivos, antiguas tracciones como la course des garçons de café, o "carrera de los camareros", y otras piezas peculiares y auténticas de la belle époque.

A diferencia de la mayoría de instituciones parisinas, este museo cobra vida: durante las visitas guiadas, los guías, que también son actores, encienden algunos de los tiovivos y te invitan a probarlos. Además, se utiliza una tecnología vanguardista de sonido y proyección que realza el universo de este legado único y convierte el recorrido en una experiencia mágica para grandes y pequeños. No olvides reservar tu entrada con antelación, ya que es la única forma de visitarlo.

Es poco probable que tropieces con la Rue Crémieux por casualidad. Las casas de esta calle peatonal adoquinada animarán tus fotos con sus intensos colores, que incluyen del turquesa al magenta, el verde manzana o el azul pastel. Si le añades un par de macetas y un gato en el camino, tendrás la imagen rural perfecta, pero en pleno París.

Esta coqueta vía de 144 metros de longitud está ubicada en el distrito XII, cerca de la estación de Lyon, y su colorido destaca en uno de los barrios más anodinos de la ciudad.

Si buscas un poco de exotismo, el Passage Brady te permitirá cambiar de atmósfera en un abrir y cerrar de ojos. El pasaje tiene su origen en el restaurante del señor Pannoussamy, en 1972, el primero en abrir un establecimiento aquí. En la actualidad, el lugar está salpicado de fruterías, locales de restauración y peluquerías con los colores de la India, Sri Lanka, Pakistán y Bangladés.

Los estantes de las tiendas rebosan de arroz, lentejas y especias, así como de accesorios de belleza, ropa colorida, incienso y aceites de masaje. El francés cede su protagonismo a las animadas conversaciones en una de las múltiples lenguas que se hablan en el subcontinente, y el aire ya no huele tanto a baguete, sino a curri, naan y chutney.

La Sainte-Chapelle es mucho menos célebre que su vecina Notre Dame, pero resulta igual de espectacular. Si decides visitarla y subir sus escaleras, el templo te regalará un espectáculo tan majestuoso que casi desafía a la imaginación. En la parte más alta del edificio encontrarás 600 metros cuadrados de vidrieras policromadas de 15 metros de altura que irradian misticismo y dominio.

La mejor forma de descubrir la capilla es acudir en días soleados, así podrás contemplar cómo cobra vida esta extraordinaria paleta de colores. Por la noche se suelen organizar conciertos que permiten disfrutar de esta obra maestra de la arquitectura medieval de una manera mucho más espiritual.

Deyrolle es una tienda de taxidermia que se fundó en 1831 en el número 46 de la Rue du Bac, en el distrito VII de París. Al acceder al interior del museo, no solo te sorprenderá la rica decoración de esta residencia de dos siglos de antigüedad, también te encantará rodearte de animales de la sabana. Y es que este gabinete de curiosidades se especializa en taxidermia y entomología, y se caracteriza por sus ejemplares de cebras, leones y rinocerontes disecados, así como por los bellos especímenes de mariposas, moluscos, crustáceos e incluso corales.

Otra de sus particularidades son las ilustraciones educativas que publica la casa en torno a temas como la botánica, la geología y la zoología. Y más sorprendente aún es el hecho de que todo lo que ves aquí está en venta, por si siempre habías soñado con tener animales y mobiliario de caza en tu salón. Como ves, una visita instructiva y exótica. ¿Te la vas a perder?

Muy pocas personas saben que es posible visitar la Gran Mezquita de París y sus jardines. Este templo de estilo hispano-morisco ubicado en el distrito V se erigió en los años veinte en honor de los soldados musulmanes que murieron por Francia en la Primera Guerra Mundial. Su minarete alcanza los 33 metros de altura y proyecta su sombra sobre el llamado jardín de las Delicias, el cual se extiende sobre una superficie de 3500 metros cuadrados.

Aquí podrás pasear entre estanques, fuentes, mosaicos, glicinias y palmeras, de las que verás cinco, que representan los pilares del islam. El reducido precio de la entrada también te permitirá disfrutar del gigantesco patio, la biblioteca coránica y la sala de conferencias.

Si crees que las vistas más bellas de París se disfrutan desde lo alto de Montmartre, espera hasta que llegues a la cima de Butte Bergeyre. Desde aquí verás el Sagrado Corazón, así como los tejados de la capital a tus pies. La zona cuenta con todos los elementos característicos de una coqueta aldea en mitad de la naturaleza, como las fachadas inundadas de yedra, rústicos rosales, pequeñas casitas con bonitas macetas floridas, jardines compartidos y los niños jugando en las aceras. Creerás que estás en alguna localidad de la Provenza.

A este parque, no muy lejos de la bulliciosa plaza del Coronel Fabien, se puede llegar a pie a través de dos tramos de escaleras que, eso sí, tienes que saber dónde se encuentran. El primero está en la Avenue Simon Bolivar y el segundo en el número 17 de Rue Manin. Hay un sendero al final de la Rue des Chaufourniers que también te llevará hasta este rincón de ensueño.