Los 10 mejores platos que probar en París

El steak frites es quizás el plato de bistró más emblemático del olimpo gastronómico francés. Este sencillo y suculento plato consta de un filete de ternera a la sartén, normalmente solomillo, tapilla o entrecot, acompañado de patatas fritas. El plato, contundente y apetitoso, puede encontrarse hoy en día por todo el mundo.

Puedes degustar la mejor versión parisina en el Relais de l’Entrecôte, una pequeña cadena de asadores de gestión familiar con tres locales en la ciudad. La fórmula es la misma en todos: solo ofrecen un menú, sin excepciones, que consta de una ensalada con nueces seguida de un filete de solomillo con patatas fritas y la salsa especial de la casa. Después, no te pierdas los profiteroles de crema con chocolate caliente por encima.

Aunque la sopa de cebolla ha existido, de una forma u otra, desde la época romana, fueron los franceses quienes mejoraron y se adjudicaron este popular plato. Cuenta la historia que el rey Luis XV dignificó este plato preparándolo un día en su refugio de caza. Como no tenía nada en la despensa, añadió a la sopa mantequilla y champán y creó así uno de los platos franceses más emblemáticos.

La meca parisina de la sopa de cebolla es, sin duda alguna, Au Pied de Cochon, una histórica brasserie situada en el antiguo barrio obrero de Les Halles. Aquí encontrarás una de las mejores sopas tradicionales francesas, elaborada con caldo de ternera y trozos grandes de cebolla y cubierta con rebanadas de pan y gruyer gratinado.

Los fiambres y embutidos, allí conocidos como charcuterie, son el aperitivo número uno en las vinotecas de París. En todas encontrarás delicias que van desde cortes de embutidos a paté de campaña pasando por tentadoras tablas de queso.

Esta respetada vinoteca, escondida en una calle lateral junto a la elegante calle comercial Rue Saint Honoré, no ha cambiado lo más mínimo en décadas. Este bar con carácter reúne a parisinos de toda clase y condición por su oferta de vino y tablas a buen precio y su ambiente distendido.

Hay pocos platos tan omnipresentes en París como el sándwich de jamón cocido. Pero pese a ser uno de los bocadillos más admirados de Francia y existir innumerables versiones por todo el mundo, pocas veces alcanza la perfección.

Un buen lugar para disfrutar de estos bocadillos es Le Petit Vendôme, uno de los pocos bistrós realmente auténticos situado en el elegante distrito de Vendôme. Prueba esta baguette crujiente con mantequilla batida a mano y rellena de jamón de granja. Aún sabe mejor si lo disfrutas en su mostrador de zinc con una jarra del delicioso vino de la casa.

Este pastel clásico francés en forma de rueda y relleno de praliné puede encontrarse en panaderías y pastelerías de toda Francia. Nació en honor a la carrera ciclista entre París y Brest y se convirtió rápidamente en un favorito para golosos de todo el mundo.

La pastelería Stohrer, establecida en 1730, es la más antigua de París y, para muchos, elabora el mejor paris-brest. Estos pasteles están elaborados únicamente con ingredientes de la mejor calidad y se hornean a diario en el mismo establecimiento. Según los entendidos, la crema de avellanas casera es lo que marca la diferencia.

El cruasán es, sin duda, el desayuno francés más famoso y puede encontrarse en cualquier panadería de la ciudad. Dice la leyenda que María Antonieta, de procedencia austriaca, dio a conocer a la corte del rey Luis XVI un popular panecillo vienés llamado kipferl, que fue adaptado al paladar francés para convertirse en el cruasán.

Una de las mejores versiones de esta medialuna de hojaldre se puede encontrar en la hermosa panadería Du Pain et des Idées, que data de 1875. Se encuentra a pocos pasos del canal Saint-Martin, un canal navegable muy de moda. Sus cruasanes galardonados están elaborados con harina orgánica de la mejor calidad y se sirven recién horneados.

Un buen steak tartar es difícil de superar, y una de las mejores cosas que puedes hacer es degustarlo en un bistró francés. Aunque los orígenes del plato son motivo de discusión desde hace años, un tartar clásico lleva siempre más o menos los mismos ingredientes: ternera fresca en crudo y una variedad de condimentos como alcaparras, cebolla, salsa Worcestershire, sal y pimienta, y en ocasiones también encurtidos, jerez y mostaza.

La versión del Severo es considerada por muchos la mejor de París. Aquí, el chef William, antiguo carnicero, utiliza carne de ternera francesa de primera calidad y la condimenta lo justo con solo alcaparras y chalotas para conseguir que esta excelente carne exprese todo su sabor y textura. Se acompaña de patatas fritas en grasa de pato, lo que convierte el conjunto en un plato memorable que no querrás compartir.

Los éclairs son ligeros bollos alargados de pasta choux rellenos de crema y recubiertos de chocolate. Este dulce alargado se inventó a principios del siglo XIX y ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Actualmente, se elaboran con múltiples sabores distintos, a menudo inspirados por las estaciones y la creatividad del chef.

L’Éclair de Génie se lleva la palma al aportar sus dotes creativos a los éclairs, considerados a menudo los mejores de la ciudad. Las versiones de este establecimiento de Christophe Adam, uno de los chefs pasteleros más famosos del mundo, abarcan desde reinterpretaciones del clásico chocolate a sabores como yuzu, frambuesa o palomitas caramelizadas.

Los macarons destacan entre las delicias francesas más internacionales. Esta elegante galletita se ha convertido en el icono del Ladurée, una de las salas de té más antiguas y una de las pastelerías más populares de París. El sofisticado dulce está compuesto por dos mitades de macarrón rellenas de ganache de un sinfín de sabores: un elegante aperitivo y también un buen regalo para llevar a los tuyos.

Visita su primer establecimiento, inaugurado en la década de 1860 en la Rue Royale, y llévate una de sus míticas cajas de color verde menta. La oferta es muy amplia: desde sabores clásicos como caramelo, pistacho o frambuesa, hasta arriesgadas especialidades de temporada como fuagrás y trufa blanca de Alba.

El croque-monsieur, inventado en una brasserie parisina a principios del siglo XX, es un sándwich caliente con queso y un clásico de las cafeterías francesas. El habitual es un sándwich de pan de molde relleno de jamón de París con queso gruyer por encima y un toque de bechamel, que se fríe en la sartén o se hornea.

En el salón de té Sébastien Gaudard preparan uno de los mejores de la ciudad. Este pequeño y elegante establecimiento situado cerca de los jardines de las Tullerías es propiedad del chef pastelero Sébastien Gaudard. Utiliza ingredientes inspirados en sus recetas dulces para dar un toque más ligero al sándwich y lo sirve en plato, cortado en tres delicados trozos perfectos para coger con los dedos y acompañado de una pequeña ensalada verde.