Los 10 mejores restaurantes de Milán

Premiata Trattoria Arlati es un restaurante imprescindible si buscas cenar en un sitio con historia durante tu viaje a Milán. Sus delicias incluyen el jamón curado de Parma con mozzarella de búfala y paté al estilo milanés con picatostes. Además de ofrecer un variado menú con exquisitos manjares locales, también podrás mimarte la vista y el oído. Y es que esta trattoria fue, allá por los años setenta, lugar de reunión de artistas y músicos.

En sus paredes podrás examinar fascinantes pinturas y fotografías retro, mientras que en el piso inferior se celebran conciertos en vivo a cargo de nuevos talentos. Aquí solía actuar el legendario cantante italiano Lucio Battisti, pero también el grupo de pop-rock Formula 3, Loredana Bertè y Renato Zero. Antiguamente, la taberna servía comidas a los trabajadores de la Pirelli y a los operarios de las fábricas del barrio de Bicocca, un hecho que contribuyó a consolidar su fama actual como animado local de conciertos.

Al Garghet es un restaurante de Milán cuya autenticidad y tradición se hacen evidentes en el instante en el que te sientas y echas un vistazo al menú escrito a mano. Su interior, extremadamente sofisticado, se divide en varias salas, cada una de ellas con un mobiliario y elementos distintos, pero todas decoradas con un exquisito gusto por el detalle. Si vienes en verano, podrás disfrutar de tu cena entre las flores de su jardín.

Sea como sea, lo que es seguro es que aquí podrás disfrutar de deliciosos platos caseros de pasta y postres. El menú varía según la temporada para garantizar que todo se prepara con ingredientes frescos y naturales. El especial de la casa es la chuleta de ternera empanada a la milanesa, o cotoletta, tan gruesa como su sabroso hueso, y cocinada con mantequilla. La ubicación del restaurante es igualmente maravillosa, en un rincón apartado y frondoso al sur de la ciudad.

La Osteria La Piola, en la Casa Famiglia PIOLA, es una típica trattoria de Milán con sillas de mimbre y manteles de cuadros rojos y blancos. Su gastronomía también es tradicional, con recetas que se han ido heredando de generación en generación y que incluyen especialidades como el risotto con ossobuco y las peras con gorgonzola.

En su menú destacan unas crujientes tortitas de arroz llamadas riso al salto, un plato de Lombardía que surgió de aprovechar los restos del risotto con azafrán. En la actualidad se sirve habitualmente en numerosos restaurantes, pero sus sabores siguen transportando al comensal a tiempos ya pasados. La Osteria La Piola está en la zona de Città Studi y, a pesar de su atmósfera tradicional, sus responsables son un grupo de jóvenes que han logrado crear un ambiente animado y acogedor. ¡Uy, casi nos olvidamos de los postres! No cometas el mismo error: se preparan allí mismo e incluyen un insuperable tiramisú completamente casero.

Osteria Conchetta es uno de los mejores lugares de Milán para probar el risotto local, ya que aquí el arroz se mezcla hasta adoptar una consistencia cremosa con cebolla crujiente. El entorno rural de Lombardía acoge arrozales desde el siglo XV. De hecho, su cultivo era tan habitual que incluso se aprobaron leyes para imponer una distancia mínima entre los campos y las zonas pobladas.

Entre los platos principales encontrarás otras exquisiteces locales y, de postre, no te pierdas la crema zabaione, preparada con yemas de huevo, azúcar y vino dulce. Otra forma excelente de redondear tu cena es con un pudin tradicional. Este restaurante milanés se encuentra cerca del canal Pavese. Comprobarás que su atmósfera también está llena de encanto, con una decoración rústica y elegante de ladrillo visto en la que las botellas de vino forman parte integral del mobiliario.

La Trattoria Madonnina es un restaurante único en Milán en el que el tiempo parece haberse detenido en aquella época en la que se visitaba la osteria para hablar de política o de un gol de Mazzola. Desde fuera, es fácil confundir el establecimiento con una tienda de antigüedades, ya que cuenta con un escaparate que rebosa de piezas retro. Sin embargo, al entrar y ponerte en la cola, te das cuenta enseguida de que se trata de un local de calidad.

Se encuentra a tiro de piedra del canal Pavese, en una zona discreta y sencilla de Milán, y su menú incluye el risotto al azafrán y delicias como los ñoquis con gorgonzola y chuletas. Tanto los platos como la estética del restaurante recuerdan los días pasados de Milán y, al mismo tiempo, se sienten actuales.

Si quieres disfrutar de una noche sofisticada en el distrito del ocio nocturno de Milán, te recomendamos El Brellin, en el canal Alzaia Naviglio Grande. Su acogedor interior incluye varias salas con vigas expuestas en los techos, paredes pintadas en un cálido tono amarillo y manteles que van a juego con su exquisito risotto con parmesano y azafrán.

El menú incluye clásicos tradicionales como osobuco con risotto o la cassoeula, un popular plato local que se prepara con col de Saboya guisada con carne de cerdo. Se trata de un célebre manjar de la zona que cuenta con numerosas variaciones y que no te puedes perder si quieres contar que has comido los platos más típicos de Milán.

Las raíces tradicionales de El Barbapedana ya se hacen evidentes en su nombre, inspirado por el legendario contador de historias milanés que iba de una osteria a la siguiente entreteniendo a los clientes con canciones populares y tonadillas infantiles. Ya hace mucho que su voz no se escucha en los establecimientos de la ciudad, pero este restaurante cerca de Porta Genova ha querido recrear la atmósfera de esa época con mobiliario de madera y una gastronomía basada en los sabores regionales.

Su menú cuenta con una amplia variedad de risottos, desde los clásicos con salchicha y bonarda, un vino tinto dulce, a opciones más creativas con bayas y queso taleggio. Entre los platos principales destacamos el rustin negaa, elaborado con solomillo de ternera, mantequilla y panceta que después se guisan lentamente a fuego lento. Si quieres disfrutarlo como merece, combínalo con un vino intenso.

Antica Trattoria della Pesa es uno de los locales más antiguos de Milán. En el siglo XIX, el lugar acogía una báscula en la que se pesaban las mercancías que entraban en la ciudad. De camino, seguramente te llamen la atención los edificios de los alrededores de la Porta Garibaldi, el antiguo punto de acceso al centro de la ciudad. No te será difícil imaginar el bullicio de aquel entonces con incontables vehículos transportando productos de acá para allá.

La decoración de este establecimiento ha logrado preservar algo de aquellos tiempos, un esfuerzo que también se nota en su menú tradicional local, con exquisiteces como los involtini di verza, o rollitos de repollo; los rognone trifolato, o riñones cocinados con aceite de oliva, perejil y ajo, y el foiolo, una especie de callos al estilo milanés. Si solo te apetece tomar algo para descansar, justo al lado se encuentra Piccolo della Pesa, un lugar perfecto para un aperitivo o una copa de buen vino.

La Trattoria da Tomaso es un restaurante lombardo en Milán que se ha mantenido fiel a sus raíces tradicionales a pesar de estar rodeado de edificios modernos en el distrito de Isola, cerca de la estación de Porta Garibaldi. Este local permanece abierto hasta que ya no queda más comida en la cocina. Si te gustan los platos caseros en un menú variado, aquí podrás probar opciones excelentes y baratas.

Rodéate de la atmósfera informal de un local familiar de aquellos con mesas en las que se pueden sentar grandes grupos y come como te mereces. Tanto los sabores como el ambiente recuerdan a la vieja Milán y conservan un encanto irresistible aunque la ciudad que lo rodea esté cubierta de cristal y acero.

Reserva mesa en la Osteria dell’Acquabella si quieres probar los platos de la gastronomía local y los tentadores sabores de otras partes de Lombardía. Aquí puedes pedir estofado de osobuco, chuletas y risotto con parmesano y azafrán, tagliatelle con verduras y patatas troceadas, así como raspadura, una especialidad de Lodi que se prepara raspando a mano el queso grana. Quizá quieras terminar con un trozo de sbrisolona, una crujiente tarta originaria de Mantua.

La osteria se encuentra muy cerca de Porta Romana y ofrece un viaje culinario por los auténticos sabores de la región tras décadas de servicio, ya que comenzó sirviendo almuerzos a los trabajadores de las fábricas de la zona allá por los años setenta. Los hijos de los propietarios han continuado con la tradición familiar y han logrado recuperar la atmósfera y las recetas de su niñez.