El Parador está situado a pocos minutos de la Capital de la Isla, en un entorno natural magnífico, con noches silenciosas que permiten descansar al viajero después de recorrer intensamente La Palma. Las instalaciones son cálidas, apetece sentarse a leer un rato o tomar una copa de vino en alguno de sus sillones. El único inconveniente es que el desayuno es muy caro y no hay oferta alternativa, noi siquiera funciona la cafetería en el mismo horario y que no hay cerca ningún sitio para poder tomar un café. Lo mismo sucede para cenar, con la suerte de que había una promoción de tapa + copa de vino que estaba muy bien, ya que en ocasiones sólo quieres algo ligero, no una cena de restaurante y nos pareció muy apropiada.
El horario del gimnasio y la sauna se hace un poco escaso, cierran a las ocho y en primavera overano, casi es la hora a la que llegas al Parador. Sería de agradecer que funcionara hasta las diez.
Nos ha encantado la habitación, bien decorada y muy cómoda, amplia, con vistas al mar y a la piscina y jardín.
Se nota que es un hotel un poco especial, como casi todos los que pertenecen a Paradores, e intentan que tenga toques de artesanía y gastronomía locales. Nos gustaría volver.