9 razones para explorar la gastronomía de San Sebastián

La guía Michelin es probablemente la más prestigiosa del mundo en materia de gastronomía, y sus famosas estrellas son un indicativo universal de calidad. Hasta la fecha, hay seis restaurantes con una estrella, un restaurante con dos estrellas y tres restaurantes con un total de tres estrellas en San Sebastián y sus alrededores. Juntas suman más estrellas por metro cuadrado que París, Londres o Nueva York. Busca los restaurantes de Arzak, Akelarre y Martín Berasategui.

Las tapas son muy típicas en toda España, pero en las bodegas de San Sebastián se sirven en otro formato. De hecho, en todo el País Vasco se les conoce como pintxos. Este concepto se inventó en San Sebastián y, a diferencia de las tapas habituales, se suelen servir con un palillo pinchado. Los mejores locales para ir de pintxos son Borda Berri, Atari Gastroteka y el bar Txepetxa.

La buena comida se consigue con buenos productos, y estos abundan en los mercados de San Sebastián. Aunque no vayas en busca de nada en particular, vale la pena pasear por los mercados de La Bretxa o San Martín para ver la gran calidad de los productos a la venta. Los mejores chefs vienen a estos mercados para comprar ingredientes directos de la granja o del mar para su próxima creación, ya sea carne, pescado, verduras de temporada o quesos locales.

San Sebastián se encuentra justo en el golfo de Vizcaya, donde hay una fructífera flota pesquera que provee de pescado y marisco a la ciudad. No es de extrañar que muchos de los mejores platos de la ciudad se elaboren con pescado, como el bacalao al pil pil, las kokotxas de merluza o bacalao y el marmitako de atún. Las anchoas de la zona están consideradas las mejores del mundo y se sirven, por ejemplo, en pintxos como la gilda.

Si bien no es famosa por su vino tinto, en la zona de San Sebastián y sus alrededores se elabora un excelente vino blanco. Es muy popular el txakolí, un vino joven y afrutado que acompaña a la perfección los platos de pescado. Tiene un intenso toque cítrico, con aroma a hierbas y flores. Se agradece que tenga un contenido de alcohol relativamente bajo, porque se bebe casi como agua.

Igual que con el vino, San Sebastián no es conocido por su sidra, pero la ciudad está repleta de sagardotegiak, es decir, sidrerías, que llevan siglos produciendo esta bebida espumosa. Muchos donostiarras se reúnen alrededor de un barril de castaño de 15 000 litros conocido como txotx). No te pierdas la experiencia de servirte un vaso de sidra directamente de la barrica. El truco está en intentar alejar el vaso del surtidor todo lo que puedas. Se ensucia bastante, pero la sidra sabe mucho mejor cuando se escancia a cierta distancia. Fuera de la ciudad se encuentran algunas de las mejores sidrerías, como Zelaia, Lizeaga y Gurutzeta.

¿Qué es una comida sin un delicioso postre que la remate? En San Sebastián también encontrarás fantásticos dulces. Sus especialidades suelen ser algún tipo de pasta rellena de crema, como el pastel vasco o la pantxineta. El primero es una tarta elaborada con una densa masa y crema pastelera en el interior. Cada pastelería tiene su propia versión, pero en casi todas suelen añadirle cerezas. La pantxineta es similar, solo que se prepara con hojaldre y también con crema pastelera. En la pastelería Oiartzun preparan un exquisito pastel vasco.

La Universidad de Mondragón de San Sebastián cuenta con una facultad de ciencias gastronómicas. Si quieres aprender más sobre la cocina vasca pero sin llegar a sacarte un máster, hay muchas escuelas de cocina en la ciudad donde puedes hacer un cursillo con profesionales expertos. Una de las mejores es Mimo San Sebastián.

Hay muchos lugares en el mundo con una gastronomía única, restaurantes galardonados, excelentes bebidas y mucho más. Entonces, ¿qué hace que San Sebastián sea considerada un paraíso culinario? La respuesta está en la cultura local. En San Sebastián, cada comida es un evento social en el que se le da más importancia a pasar tiempo de calidad con los más allegados que al simple hecho de alimentarse. Es por eso que cada plato tiene que ser algo que se pueda compartir con los seres queridos. Además, el ambiente que se crea es contagioso, sobre todo cuando hay invitados en casa, a los que se considera casi parte de la familia.