10 ideas para citas en pareja en Viena

El palacio de Schönbrunn en Viena era la residencia de verano del emperador Francisco José I en el siglo XVIII. En las visitas que se organizan por el palacio quedaréis impresionados con sus ornamentados interiores de estilo rococó. Seguid los pasos de los Habsburgo en los maravillosos jardines de este palacio barroco.

Podréis pasear entre fuentes danzantes, terrazas de flores y lugares tan románticos como un estanque en forma de estrella decorado con ninfas de mármol. Perdeos en el laberinto y visitad el museo Wagenburg, cuya colección de carrozas doradas sería la envidia de la Cenicienta.

El palacio Belvedere era la residencia barroca de verano del príncipe Eugenio de Saboya en el siglo XVIII. Acoge una gran colección de arte, principalmente obras simbolistas del pintor vienés Gustav Klimt. Escondida en el interior de las galerías del Belvedere Superior, encontraréis la cautivadora obra El beso del difunto artista, también conocida como Los amantes.

El cuadro similar a un mosaico representa a una pareja al borde de un precipicio, besándose y abrazándose con fuerza en un campo de flores. Las vestiduras de los amantes están adornadas con pan de oro. El fondo también está cubierto con láminas de oro, plata e incluso platino. Se pueden realizar visitas privadas en las que podréis descubrirlo todo sobre esta obra y su historia.

La estrecha y alargada Donauinsel (isla del Danubio) de Viena es el mejor lugar para contemplar el río Danubio. La belleza de este caudal inspiró a Strauss para componer uno de sus famosos valses. Y lo cierto es que el río desprende un aire un tanto poético a su paso por la ciudad de Viena.

La pequeña isla verde situada al este del centro es un lugar excelente para admirar el río. Cuenta con senderos a lo largo de la orilla y playas en las que podréis montar en un bote de remo para dos.

Además de las famosas melodías clásicas que impregnan el ambiente, también se cuenta entre los sonidos más familiares de Viena el distante golpeo de los cascos de los caballos sobre las calles empedradas. Desde vuestro hotel de Viena, podéis reservar un inolvidable recorrido turístico en un fiaker, un carruaje de caballos tradicional.

El trayecto es especialmente romántico de noche, cuando las preciosas calles y los monumentos del casco antiguo quedan bañados por la luz dorada. También encontraréis carruajes esperando a clientes en Stephansplatz, Albertinaplatz y delante del palacio de Hofburg. Están equipados con asientos afelpados y los cocheros suelen ir vestidos con trajes de época.

El mágico palacio imperial de Hofburg fue en su momento el eje central del reinado de los Habsburgo que se extendió a lo largo de 600 años. Alberga los apartamentos imperiales, incluido el de la emperatriz Isabel que cuenta con un lujoso salón, considerado una de las estancias más bonitas de Hofburg. El palacio guarda también un tesoro con rubíes brillantes del tamaño de ciruelas.

Durante la visita, no os perdáis los blancos y elegantes caballos lipizzanos de la Escuela Española de Equitación, que realizan sus ejercicios a las diez de la mañana. Si os acercáis a la capilla durante la misa de los domingos, podréis escuchar a los Niños Cantores de Viena.

Una cita en Viena puede ser aún más inolvidable si aprendéis algunos movimientos en una clase de vals. En la cuna del vals se celebran cientos de bailes durante la temporada trimestral que se inicia en noviembre y finaliza en enero o febrero. Participar en uno de ellos puede ser una auténtica experiencia vienesa.

Independientemente de si vuestro viaje coincide o no con la temporada de vals, podréis aprender a bailarlo gracias a la gran oferta de clases que encontraréis en la ciudad. Una de las escuelas es la Tanzschule Elmayer, que ofrece clases de 50 minutos para parejas.

Esterházykeller (o bodega Esterházy) es una antigua taberna de vino que forma parte del palacio barroco de Esterházy, en la vienesa calle Wallnerstraße. Esta Heurige (taberna de vino) del siglo XVII se encuentra escondida en un patio empedrado del palacio, con bóvedas de ladrillo y reservados de madera que la convierten en un lugar íntimo para una cita.

Acompañad la excelente selección de vinos de cosecha propia riesling y grüner veltliner con la clásica gastronomía vienesa. Todo ello con el añadido de sumergiros en una atmósfera histórica, un auténtico entorno teatral del que solían disfrutar Joseph Haydn, Mozart y la realeza vienesa en el siglo XVII.

Perdeos en el romanticismo y el terciopelo rojo del siglo XIX en Café Sacher, el hogar de la famosa tarta de chocolate vienesa conocida como Sachertorte. Las lámparas de araña y las pinturas al óleo con marcos dorados crearán una exquisita atmósfera mientras hundís la cuchara en la cobertura de esta deliciosa tarta de chocolate con mermelada de albaricoque.

Y para disfrutar de un auténtico capricho chocolateado, podéis dirigiros al Sacher Boutique Spa, situado en el Hotel Sacher Wien, al igual que la cafetería. Su tratamiento de 90 minutos llamado A Symphony of Chocolate incluye una envoltura de chocolate, una exfoliación purificante con cacao, una mascarilla corporal de chocolate y un relajante masaje con productos de cuidado corporal a base de chocolate.

Nada más romántico en Viena que una noche en la Staatsoper, la Ópera Nacional de Viena. Con forma de herradura de caballo, este auditorio rojo y dorado es el escenario de actuaciones de ópera y ballet de primer nivel, con la célebre Filarmónica de Viena como protagonista principal.

La Ópera Nacional de Viena se construyó en la década de 1860 y sigue siendo tan grandiosa como lo era hace más de un siglo. Cuenta con un gran vestíbulo con opulentas decoraciones y frescos, así como con elegantes salas para los entreactos. Los mejores asientos cuestan entre 100 y 200 EUR.

El restaurante Le Ciel de Toni Mörwald es un galardonado restaurante vienés. Lo encontrarás en la séptima planta del Grand Hotel Wien, con interior barroco y vistas espléndidas a los tejados de la ciudad. Además de contar con una estrella Michelin, el restaurante también ha obtenido tres gorros de chef y una puntuación casi perfecta de 18 de Gault-Millau.

Tendréis que reservar con antelación para disfrutar de este exquisito momento gastronómico a la luz de las velas. Los precios tienden a ser altos para Viena, pero es uno de los lugares a los que hay que ir para causar impresión. Si preferís un ambiente más informal, podéis comer en la terraza exterior.