Los timos habituales en París pueden arruinar fácilmente un viaje a esta bella ciudad. Como en cualquier lugar popular, hay una serie de individuos sin escrúpulos que esperan ganar dinero fácil. Es incluso posible que la mayoría de los estafadores de nuestra lista, e incluso todos ellos, te aborden en un solo día.
Obviamente, no todo el mundo en París va a intentar desplumarte, pero un poco de preparación te ayudará a asegurarte de que tu día sea memorable por buenos motivos. Los timos solo salen adelante cuando no sabes lo que te espera, así que hemos cometido estos errores por ti, para que tú puedas ignorar los acercamientos y limitarte a disfrutar de tu estancia en la Ciudad de la Luz.
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El anillo de oro
El truco del anillo de oro es algo así: vas caminando por la orilla del Sena, pasas junto a una anciana y, de repente, oyes el tintineo de algo metálico que golpea el suelo. La señora te detiene, coge un anillo de oro y te dice que se te habrá caído. Es evidente que no, y se lo dices. La mujer insistirá en que es un anillo muy bonito y que deberías llevártelo para que te dé buena suerte o para regalárselo a tu pareja, pero luego te pedirá dinero a cambio.
Cómo evitarlo: si no es tu anillo (que no lo es), no lo cojas. Tu pareja tampoco merece un anillo de latón barato. Aléjate e ignóralos.
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El falso recaudador de caridad
Resulta increíble lo habitual que es el timo del falso recaudador de caridad en la zona de la Torre Eiffel. A menudo encontrarás a diez o más estafadores trabajando al mismo tiempo. El método es muy sencillo: alguien te enseñará una carpeta, a menudo con logotipos fotocopiados de organizaciones benéficas legítimas. Suelen pedir dinero para organizaciones benéficas para sordomudos, presumiblemente a fin de fingir que no pueden responder si cuestionas su autenticidad. Sobra decir que el dinero que reúnen nunca irá a una buena causa.
Cómo evitarlo: la mayoría de las organizaciones benéficas no recogen dinero en la calle, sino que se limitan a pedirte el contacto para enviarte más información. Si alguien te pide dinero en el acto, aléjate.
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La pulsera de la amistad
Las pulseras de la amistad pueden ser un gesto bonito, pero, ojo: esta estafa, muy común en la zona del Sagrado Corazón de Montmartre, consiste en que un tipo amable se acerque y te pida extender la mano, quizá para darte un apretón de manos. En cuanto lo haces, aprovecha para atarte unos hilos de colores en torno a un dedo y empieza a trenzarlos hasta convertirlos en una pulsera de la amistad en cuestión de minutos. Una vez que hayas caído en las redes del timador, te pedirá que le pagues por la pulsera. Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?
Cómo evitarlo: procura no mover mucho los brazos cuando visites las atracciones turísticas más populares, no le estreches la mano a nadie y, si a pesar de todo caes en la trampa, deshazte de los hilos lo más rápido que puedas.
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La rosa
París es famosa por su ambiente romántico, y la rosa es un símbolo clásico de ello. Si alguien se acerca a ti y te regala una rosa, seguro que es por amabilidad y cariño, ¿no? Pues no: solo te quieren por tu dinero. Si aceptas la flor, el timador te exigirá que le pagues de inmediato. Aunque devuelvas inmediatamente la flor, a veces te seguirán con sus exigencias.
Cómo evitarlo: no aceptes regalos de desconocidos; es tan cierto en la edad adulta como en la infancia.
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El ayudante del metro
El ayudante del metro es un tipo de estafador que no es exclusivo de París. Prácticamente cualquier ciudad que tenga un metro con un complejo sistema de billetes tendrá algunas de estas almas "serviciales" preparadas para aprovecharse. Mientras intentas descifrar los mapas y el funcionamiento de las máquinas, se te podría acercar una persona vestida con un uniforme de aspecto oficial para ayudarte a sacar los billetes. Te cobrará un billete para adultos, pero te comprará uno infantil, o incluso directamente te dará uno caducado. Y, si te pilla un funcionario real del metro, encima te multarán.
Cómo evitarlo: compra siempre tus propios billetes de tren para asegurarte de que obtienes lo que quieres. Si no entiendes cómo se hace, pídele a alguien que te explique cómo funcionan las máquinas o compra los billetes en una ventanilla.
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El mendigo
El mendigo no siempre es un estafador. Muchas veces no es fácil distinguir si la persona que se te acerca te quiere engañar o si realmente es alguien necesitado de ayuda. Suele haber mendigos en los alrededores de las zonas más turísticas y las estaciones de ferrocarril. Las variaciones sobre esta estafa incluyen a una mujer que se te acerca en un café llevando a un bebé llorando (hay gente que ha visto cómo se animaba violentamente al bebé a llorar, para darle realismo) y otros llegan con una nota mal escrita en la que detallan sus historias de desdicha.
Cómo evitarlo: si quieres asegurarte de que tu dinero va a parar a quienes realmente lo necesitan, dónalo a una organización benéfica registrada.
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El carterista
El carterista suele operar en zonas concurridas. Si bien algunos timadores intentan afanarte dinero aprovechándose de tu generosidad, otros ignoran este paso y directamente te roban la cartera. Los carteristas que operan en París siguen tácticas muy variadas. A veces fingen ser malabaristas que chocan contigo "sin querer", otras se hacen pasar por turistas que te piden ayuda para orientarse con un mapa. En ambos casos, lo que hacen es distraerte para desviar tu atención de la cartera o del bolso mientras él o un cómplice te despluman. Los carteristas operan en todo París, pero son especialmente notorios en el Louvre y alrededores, donde dejan que la Mona Lisa se encargue de distraer.
Cómo evitarlo: lleva pocos objetos de valor y tan poco dinero como puedas cuando visites monumentos famosos; lo ideal es guardarlos en un bolsillo interior o con cremallera. Ten siempre mucho cuidado con tus pertenencias en lugares concurridos.
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El vendedor ambulante
El vendedor ambulante puede mostrar algunos artículos tentadores. No hay nada de malo en querer llevarse un recuerdo de París para rememorar el viaje, pero elige bien a quién se lo compras. Se sabe que muchos de los vendedores ambulantes de las principales atracciones son muy agresivos en sus técnicas de venta. Al principio te sugieren con simpatía que examines los artículos y te los pruebes, pero, en cuanto toques algo o muestres el más mínimo interés, te pedirán que lo pagues. Algunos incluso siguen con insistencia al posible comprador, lo que puede echar a perder irremediablemente una visita.
Cómo evitarlo: no interactúes para nada con ellos. Ignóralos en cuanto los veas y compra tus recuerdos en una tienda.
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El mago
El mago puede ser carismático. Vas por la calle y alguien te dice: "Piensas demasiado". Seguramente tiene razón, pero esta frase es solo el comienzo de un timo conocido. Lo que seguirá es la pretensión de poder producir una visión más profunda de tu vida, a pesar de ni siquiera conocerte. Incluso podría intentar adivinar cómo se llama tu madre o algunos rasgos de tu personalidad. Sea como sea, el truco de magia solo dejará una profunda impresión en tu cartera.
Cómo evitarlo: di "no" y aléjate.
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Timo del trilero
El timo del trilero es uno de los más antiguos que existen, y tiene más de truco de magia que de timo. Requiere tan solo tres cubiletes al revés sobre una mesa, uno de los cuales oculta una bolita u otro objeto. El timador enseña la bolita que está debajo de uno de ellos y, después, la cambia de sitio con rapidez. Indefectiblemente, si apuestas a que la bolita está debajo de un cubilete, esta desaparecerá "por arte de magia". Es un juego imposible de ganar, diseñado solo para quedarse con tu dinero.
Cómo evitarlo: no te acerques a ellos. Incluso si te limitas a ver cómo fracasan los demás, te convertirás en el blanco de los carteristas.
foto de Steven Lek (CC BY-SA 4.0) modificada