El hotel está super céntrico, con la parada del bus en la puerta y la del metro y tren en la calle de al lado. El personal es muy amable y el edificio totalmente nuevo. Desde la ventana se ve toda Alexanderplatz y en 2 min estás en el ayuntamiento y barrio de Nikolai. El único inconveniente es que la habitación es muy estrecha y pequeña, un poco incómoda para moverse y sin armarios (había colgadores en la pared con perchas y un par de estanterías). Eso sí, la cama muy muy cómoda, tanto el colchón como las 3 almohadas que tienes. El lavabo también es pequeñito pero con todo lo necesario. Aún así volveria a repetir en éste hotel.
Estabamos en la planta 10 y las vistas eran geniales, además hay muchos ascensores y la espera para subir y bajar era mínima.