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Todo un privilegio hospedarnos en este alojamiento cuidado con mimo por su encantadora propietaria Chantal .Un regalo a los sentidos amanecer con las vistas a la colina desde la ventana de la habitación, escuchar los sonidos de los cencerros y el campanario ,percibir los aromas de la deliciosa fondue al atardecer, impregnarte de la esencia de un bello pueblo suizo de cuento con castillo incluido sin tener que renunciar a la modernidad "sorprendente " del museo H.R. Giger dónde la ficción y lo fantástico conviven a pocos metros .
Dolores
Viaje en familia de 1 noche