Buen hotel a pesar de ser un edificio que ya tiene sus años, como se aprecia en la escalera del edificio. Sin embargo la recepción, la sala adjunta del desayuno y las habitaciones muestran un buen mantenimiento.
La habitación que tuvimos era muy grande, con espacio más que suficiente para una cama individual, una de matrimonio, una mesa y un par de sillas, además de un armario, una pequeña nevera, un pequeño escritorio y un televisor de pantalla plana (hay también aparato de aire acondicionado y un radiador). Asimismo había wifi tanto en la habitación como en la recepción y el comedor.
El baño privado era también espacioso y totalmente renovado y moderno, especialmente la ducha, a la vez que estaba impecable a nivel de limpieza. El agua caliente funcionaba perfectamente y las toallas eran buenas y agradables.
Hay que decir también que los recepcionistas hablan un buen inglés y son muy amables y atentos. Por lo que se refiere al desayuno, es un desayuno-buffet de estilo turco pero sin platos calientes.
En relación a lo ubicación del hotel, se encuentra en una de las calles principales de la parte moderna de Bergama y eso lo favorece en cuanto al transporte público (a cincuenta metros del hotel hay un par de oficinas de empresas de autobuses). Precisamente es gracias a un pequeño mini-bus local como se puede llegar fácilmente a la parte antigua de Bergama y al pie de la Acrópolis, aunque también se puede ir andando y realizar un bonito paseo por esta ciudad.