El hotel es sencillo pero está muy bien ubicado, está limpio y las habitaciones son agradables. El personal es muy amable. Los desayunos nos parecieron vastos y variados. Cuentan con una máquina de café grande y otra de Nespresso (cerca de la recepción) de las cuales los huéspedes pueden hacer uso de forma gratuita durante todo el día e incluso tienen vasos para llevar. Un buen detalle es que, como en Oslo llueve mucho, dejan un paraguas en cada cuarto para usarlo durante la estancia.Lo único malo es que, como en toda Europa, hizo mucho calor este verano y los cuartos no tienen aire acondicionado, lo cual hizo las noches un poco incómodas; sólo tienen ventiladores pequeños que no dan mucho aire y, dado lo reducido de la habitación (nuestra recámara principal era, literal, pared en la cabecera, cama, pared en la parte de los pies y un poco de espacio a los lados para un mini buró), es difícil encontrarle un lugar donde ponerlo. Otra ventaja de este hotel es que no me pareció muy caro, sobre todo con lo que nos habían asustados los YouTubers con el alto costo de todo en Noruega. Aunque lo recomiendo, les diría que, si viajan en verano, busquen un hotel con aire acondicionado y que no vayan en julio. Casi todos salen de viaje ese mes y la ciudad parece pueblo fantasma; las tiendas cierran temprano y no hay gente en las calles. Le falta ambiente.