Hotel situado muy cerca de la Estación Central, pero en un entorno de mucha inmigración, prostitución, drogadicción y gente en estado ebrio.
Las instalaciones del hotel son muy sencillas y en muchos aspectos, insuficientes. El ascensor que me llevaba a mi habitación da servicio a unas 40 habitaciones y su cabina es con capacidad para tan solo 4 personas, pero normalmente 2 usuarios con sus respectivas maletas YA lo llenan. El 80% de las veces me vi obligado a subir o bajar por las escaleras.
La habitación que se me asignó era pequeña, orientada a SE y muy calurosa en verano, sin aire acondicionado ni, al menos, un ventilador, por lo que resultaba agobiante estar en ella en las horas diurnas en las que entraba el sol por la ventana.
Entre el cuarto de baño y la habitación había un pequeño escalón, con el que tropecé en varias ocasiones, durante mi estancia de 5 noches.
El personal no era especialmente amable ni simpático y su atención y ayuda era la mínima e imprescindible.
El desayuno, incluido en el precio del alojamiento, era sencillo y muy poco variado.