Once cosas que hacer en Marsella en un día

Le Vieux Port es un enorme y viejo puerto que se utiliza sobre todo para atracar barcos de recreo y, a veces, barcos pesqueros. Mucha gente empieza su visita a la ciudad en este puerto, paseando tranquilamente entre las docenas de cafeterías y restaurantes. El Puerto Viejo, con más de 2000 años de historia, está rodeado de edificios históricos del siglo XVIII e incluso anteriores. Aquí puedes coger un ferry para visitar el famoso Chateau d’If y los Calanques.

A medida que te acerques al centro de Marsella, verás la basílica de Notre-Dame de la Garde, que se eleva majestuosa sobre la colina más alta de la ciudad. Esta inmensa iglesia de estilo neobizantino, construida entre 1853 y 1864, está dominada por una impresionante Virgen dorada, que se alza sobre la punta del campanario. No te pierdas las vistas panorámicas de la ciudad desde la terraza de la iglesia. Se puede llegar fácilmente a la basílica en uno de los autobuses locales.

La catedral de Santa María la Mayor, o Cathédrale Sainte-Marie-Majeure en francés, es otro de los monumentos más importantes de Marsella y uno de los mayores de Francia. Tiene capacidad para hasta 3000 personas. Esta catedral católica romana, que se asemeja al Duomo de Florencia, es de estilo bizantino y romano, y está construida con piedra caliza verde y blanca.

Esta famosa avenida es el corazón comercial de Marsella. A menudo se la compara con los Campos Elíseos de París por su infinidad de tiendas de lujo, cafeterías y restaurantes. Esta amplia calle se extiende desde Le Vieux Port hasta el barrio de Capucins. Si bien ya no conserva el glamour de antaño, La Canebière sigue siendo una de las calles más importantes de Marsella, e incluso apareció en la película French Connection 2.

El Musée des Civilisations de l'Europe et de la Méditerranée, o MuCEM como se le conoce localmente, es un museo construido en parte en una estructura del siglo XII, el fuerte de Saint Jean, y en parte en un moderno recinto con un intrincado diseño. Aquí aprenderás sobre la historia de las civilizaciones mediterráneas, además de conocer el gran pasado de Marsella, a través de miles de fotografías, postales, películas y exposiciones. Uno de los elementos más destacados es un puente colgante de 115 metros que une el museo con el fuerte de Saint Jean.

Los Calanques son una serie de impresionantes acantilados de piedra caliza ubicados en las zonas sur y este de Marsella, de camino a la ciudad de Cassis. Vale la pena hacer el viaje solo para disfrutar de las maravillosas vistas panorámicas, las playas y las aguas cristalinas de los arroyos que se ocultan entre los altos acantilados. Se puede llegar a los Calanques tanto por tierra como por mar, a través del Puerto Viejo, y la época más recomendable es, evidentemente, en verano. Si te apetece una visita más activa y responsable con el medio ambiente, no tendrás problemas en encontrar rutas en bicicleta o kayak en el parque nacional. Las vistas más espectaculares se ven en la Corniche des Crêtes y Cap Canaille.

Le Panier es un barrio muy atractivo de Marsella situado al norte del distrito del puerto antiguo que lleva habitado más de 2000 años. En otros tiempos se consideraba la parte más pobre de la ciudad, pero en los últimos años se ha puesto de moda y ahora concentra un buen número de cafeterías y pequeños negocios tradicionales. El barrio de Le Panier es una muy buena opción para pasear. Además, podrás hacer fotos de los callejones y las escaleras de piedra que se construyeron entre casas de color ocre, edificadas también con el mismo material.

La Plaine y Noailles son otros dos barrios del norte del distrito del puerto antiguo, pero de estilo diferente. Esta parte de la ciudad es donde se asentó la generación anterior de inmigrantes argelinos, como podrás apreciar por la cantidad de locales de kebabs, dulces orientales y pan plano que encontrarás. El mercado que se organiza entre semana también merece una visita, ya que recuerda a los zocos del norte de África. Asimismo, en marzo se celebra el famoso carnaval de La Plaine y Noailles, fiesta en la que todo el mundo está invitado a disfrazarse y, sobre todo, divertirse.

El palacio de Longchamp es un monumento impresionante construido en 1869, especialmente conocido por la majestuosa fuente, los chorros de agua y las columnatas. El palacio de por sí ya merece una visita, pero, además, es toda una oportunidad para explorar dos de los museos más importantes de Marsella: el Museo de Bellas Artes y el Museo de Historia Natural. Detrás del palacio se encuentra el parque de Longchamp, un precioso jardín de estilo francés que en otros tiempos albergó el zoo de la ciudad. Puedes llegar fácilmente en tranvía o en metro.

La sopa bullabesa es uno de los platos más famosos de Marsella, y la forma que tienen aquí de servirla es totalmente diferente a cualquier otra que te hayas podido encontrar fuera de la Provenza. Aquí el caldo y el pescado se sirven por separado, y para el caldo se utilizan tres tipos de pescado de la zona que no se vendían bien por tener mucha espina. Este plato se sirve al estilo tradicional en muchos de los restaurantes del puerto, pero no te sorprendas si no resulta tan barato como cabría imaginar.

Termina el día donde lo comenzaste: en el puerto. Mejor aún si lo haces con pastis, una bebida alcohólica con sabor a anís típica del sur de Francia. Un lugar magnífico para terminar el recorrido por Marsella es la terraza de La Caravelle, con vistas al puerto antiguo y la basílica iluminada de Nuestra Señora de la Guardia. Además, en este bar se hacen conciertos de jazz tres veces por semana.