Lo mejor, el trato de la empleada que nos recibió. Hacíamos un viaje en bici, y por circunstancias, llegamos muy tarde. A pesar de ello, y estar a punto de cerrar, nos esperó a ducharnos y adecentarnos, y nos preparó una cena exquisita (magnífico el pollo y la costilla guisada), y nos atendió con amabilidad y simpatía.
excelentes también los molletes tostados del desayuno. Un sitio magnífico, en un entorno espectacular. Volveremos