La verdad es que lo único bueno que uno encuentra al llegar a este hostel es la ubicación (a 10 minutos de la playa) y a Victoria, la chica de recepción, que es super amable y servicial. Victoria nos atendió de maravilla en todo momento y supo escuchar y entender todas nuestras quejas sobre las instalaciones que dejan muchísimo que desear. Desde el olor pestilente a humedad presente en todo el edificio, hasta la pésima calidad de colchones y almohadas que parecen casi más antiguos que el própio hostel, pasando por el poco aislamiento de paredes que te permiten escuchar a todos tus vecinos de planta. Estuvimos en 2 habitaciones distintas, ya que no había disponibilidad de reservar en la misma los 4 días, y si ya la primera fue mala, la segunda peor. En esta última no teníamos baño propio cuando se supone que es un apartamento de 2 habitaciones, nada más lejos de la realidad! El baño era compartido con todos los que estaban en la 3ª planta y aquello era un festival de portazos durante toda la noche que no nos dejaron descansar ni una hora seguida ya que, al ser un edificio antiguo, se escuchaba todo. Y no sólo los huéspedes, por la mañana más portazos de la limpiadora! Se lo dijimos al dueño del hostel, quien nos dió largas diciendo que arreglaría los mecanismos de las puertas, pero continuó igual. Demasiado caro para el estado de las instalaciones y las comodidades que son pésimas. Una mala gestión por parte del dueño que se nota que le da igual mientras la gente pague.