El hotel es un autentico monumento en si mismo, conserva su sabor anticuado de años pasados pero con la comodidad de la modernidad y mantenimiento bien llevado.
Lo que arruinó nuestras expectativas fue que fuimos expresamente a pasar el fin de semana para hacer uso de las termas y, sorpresa, resulta que el domingo están cerradas las instalaciones. Se olvidaron de avisar de este pequeño detalle en la reserva.
Resultado, pagar 200€ por una noche en un hotel bonito pero sin el aliciente de las aguas termales nos parece abusivo. Una pena, además la recepcionista no nos ayudó nada a buscar una opción alternativa...