Me gustó absolutamente todo... el Palacio en general es precioso, lleno de rincones y estancias , cada cual con su encanto. Escogimos la habitación Nuez Moscada 8, espaciosa y con un sofá muy cómodo para descansar en pareja de recorrer la ciudad. El desayuno es un momento para disfrutar, con música clásica en directo, y tuvimos la suerte de escuchar a una maravillosa mujer, parte del equipo del hotel, arrancarse a cantar con pasión y fuerza , con los músicos que amenizaban el momento. Destacar sobre todo lo demás su atención y la de todos los trabajadores del hotel. Todos encantadores y dedicados. Son el alma del Palacio de las Especiarias. Espero que la dirección del hotel los valore como merecen.