El hotel fue construido a partir de la restauración de una vivienda de antigua data. Pese a ello, su ambientación y decoración son de un estilo moderno y de muy buen gusto. Está ubicado a sólo tres cuadras de la plaza principal de la ciudad de Santa Cruz y cerca de restaurantes de muy buen prestigio como el Algibe (que ofrece comida tradicional boliviana) y el Michelangelo. El desayuno contaba con algunas variedades de pan, mermeladas caseras elaboradas por ellos mismos, mantequilla, huevos, omelette, frutas, jugos naturales, cereales y yogurt. Lo más destacable para nosotros fue la excelente atención brindada por su dueño quien está frecuentemente en el lugar y su personal, especialmente, Fernando y Andrés, quienes fueron muy empáticos, amables, atentos y dispuestos a ayudarnos, haciéndonos sentir como en casa. En definitiva fue una excelente experiencia, recomendable 100 %.