La entrada al hotel era cuanto menos curiosa, una mesa con 2 personas en una especie de portal de bloque de viviendas, personal amable atendiendo y ascensores de hace 30 años para subir a la habitación.
Solicitamos una habitación tranquila y nos dijeron que sin problema. Nos dieron una habitación en la sexta plata, mirando para la carretera (habitación 605). La habitación estaba bien, pero lo peor era el nulo aislamiento que tienen al exterior con esa especia de ventanas correderas tipo oficina que no cierran del todo, que dan en nuestro caso a una zona bastante ruidosa. La noche, pues durmiendo a ratos, entre gente chillando y cantando en el exterior del hotel, sirenas, camiones, trafico, claxons, vehiculos de limpieza a las 6:00 de la mañana... parecía que estaban las ventanas abiertas.
Por supuesto nos levantamos pronto, hicimos el desayuno (bastante justito incluso para un 3 estrellas), solicitamos cancelar la reserva para el resto de días y buscamos otro hotel donde pasar el resto de días.
Nos atendieron con amabilidad y nos devolvieron el importe de los días restantes.
Quizás otras habitaciones sean mas tranquilas, nuestra experiencia fue pésima y no lo recomendaría.