Para una noche, está bien. Nuestra habitación era enorme y relativamente limpia y en buen estado.
Las instalaciones necesitan un repaso, eso sí.
Su ubicación es perfecta, vayas a como vayas a la ciudad. En pleno centro de Reykjavík.
Tiene aparcamiento privado y, ojo, cerrado. Es todo un puntazo.
El chico que nos atendió muy amable, simpático y cercano. Un placer charlar con él.
Lo peor, sin duda, el olor a tabaco que se filtraba de forma constante por la ventilación del baño. Insufrible y le hace bajar muchos enteros.
Del resto, me esperaba mucho menos, la verdad.
Eso sí, no sabría si la calificación de hotel sería la más adecuada para este tipo de instalación.