Hotel con encanto y personalidad en pleno centro de Oporto. El personal muy atento nos ayudó en todo lo que necesitamos. Hay que llevar poca ropa, eso sí, porque la moderna habitación no tiene armario, tiene un mueble con cajones y una pequeña barra para perchas, insuficiente para 2 feísimas un fin de semana. Todo lo demás perfecto, precioso y muy agradable.