Este hotel está ubicado a la vuelta de la Madelaine, que es como decir en el centro neurálgico de París. Pero "a la vuelta" era en un pasaje muy chiquito, bonito y tranquilo, lo que le agrega puntaje.
Nos tocó una habitación muy pequeña, hay que decirlo, porque se trataba del anteúltimo piso, en el retraimiento edilicio de los edificios en torre. Como efecto de eso, y compensando con creces, tiene un pequeño balcón con un deck que estaba lleno de flores, con una mesa y 2 sillas en los que se puede tomar algo o escribir, o simplemente sentarse a descansar y mirar el paisaje.
La atención de los empleados fue siempre con excelente predisposición. Recomendamos fervientemente este hotel.
Moni y Silvio