Es un pequeño hotel con encanto y muchos detalles curiosos, justo en las afueras de la zona más turística de Praga pero muy bien comunicado, con tranvía, metro y buses a un par de minutos andando.
Es de los mismos dueños que un hostel con el mismo nombre que está justo enfrente y que da todos los servicios necesarios 24h al día (IMPORTANTE SI SE LLEGA A DESHORAS, DADO QUE LA ENTRADA AL HOTEL PUEDE ESTAR CERRADA). Varios bares y restaurantes en los alrededores pero en los que se nota que frecuentan muchos locales.
Por ponerle un pero, tal vez, la habitación doble me pareció un poco pequeña (nada exagerado), aunque aun así le permite disponer de una mesa y un pequeño sofá. De todas maneras, el encanto que tenía, el trato recibido y los detalles de bienvenida que dejaba el hotel, compensaba con creces esos metros de menos.
En resumen, nos alegramos mucho de haber elegido este hotel y en nuestra próxima visita a Praga, seguro que repetimos