Hotel muy cercano a la zona de la catedral, e incluso se puede ir andando desde la estación de tren dando un paseo. Solicitamos en la reserva una habitación que no estuviese cerca del ascensor, pero finalmente se nos adjudicó una que estaba pegada (bien es verdad que llegamos a última hora de la tarde y quizá ya no había otra). Las dimensiones de la habitación eran un poco justas, aunque las camas eran muy amplias y comodísimas. Era un primer piso y se oía algo de ruido del exterior, aunque la ventana era de buena calidad. Se ofrecen botellas de agua de cortesía y hay una máquina tipo "Nespresso" en la habitación.En recepción son muy amables. En cuanto al desayuno se sirve en la cafetería del hotel que está abierta al público de la calle también. la calidad es media, pero es una sala muy pequeña e incómoda, lo mejor es el camarero, que se gana el sueldo porque estaba solo y tenía que atender a todo