Llegábamos tarde. Viajamos con nuestro hijo de siete años. La cocina estaba cerrada. Pero fueron extremadamente amables y nos dieron la cena, exquisita, a nosotros y los amigos que se alojaban en otro hotel. A la mañana siguiente, el desayuno. Abundante y muy bueno. En fin, yo solo tengo palabras de agradecimiento para la familia que nos atendió. Además, la dueña, no sé el nombre, se esforzaba en hablar español. Y lo hacía estupendamente. Se portaron muy bien con nosotros.