Es un hotel rural con acceso directo al andén del tren que lleva a Macchu Picchu. Esto es muy cómodo para dicho viaje, pero hay que contar con el ruido de los trenes y el olor a combustible; si esto no incomoda, adelante. Las habitaciones son cómodas y se ajustan al concepto "rural": no hay grandes lujos, pero el entorno es verde, hay una huerta orgánica, los gatos campan a sus anchas...
El restaurante es excelente y sirven desayunos desde tempranas horas de la mañana; también tienen una cafetería aparte servida por el propio restaurante, así como una sala con juegos de mesa y diversos lugares para sentarse en el jardín. Es un hotel para disfrutarlo por sí mismo.
Y es por esto que quizá el precio me ha parecido ligeramente elevado para el contexto, porque solo he ido al hotel a dormir y no lo he disfrutado lo suficiente, pero en comparación con otros lugares de Perú es alto. También es cierto que el pueblo prospera poco a poco gracias al turismo y ello requiere ingresos, pero choca comparar el precio con el de hoteles de categoría superior en ciudades más grandes.