Hotel en un enclave espectacular. Se respira paz, tranquilidad, sosiego, naturaleza; los únicos ruidos son los pajaritos y los cenceros de la ganadería.
Habitación muy amplia, con balcón. En el que sentabas a leer un ratito y era muy agradable.
Cuarto de baño con bañera de hidromasaje y luz natural.
El desayuno es muy variado. Sentados en un salón con vistas a las montañas, para empezar el día con relajación.
Las cenas son muy muy ricas, lo pagas, pero vale la pena.
El spa, esta muy chulo y además es de uso individualizado por lo cual hay que reservar, coste adicional. Una hora se pasa muy muy rápido.
El personal muy profesional. Recibimos un trato exquisito.
No le encuentro ningún punto negativo.