El servicio es mal educadoy desagradable.
Muy ineficiente: siempre se les olvida algo o, lo mejor, te ORDENAN ponerte la mascarilla en tu habitación so pena de dejarte caer la bandeja en los pies.
Atorado, te acaban contestando en inglés. ¿Y si no sé inglés? o escaso, y se producen situaciones absurdas: no hay mascarillas, de nuevo las hay...
La piscina: el peor ejemplo del caos más absoluto.
Os sacas las toallas a las 8 de la mañana, o a las 9, está todo completo.
Todos se bañan, se tiran y se te tiran encima sin ninguna vigilancia. Los clientes también tienen muy malos modales.
El protocolo anti COVID no se respeta... mucha mascarilla, pero, las tumbonas no se desinfectan entre un cliente y otro, la piscina se abarrota, no hay distancia de seguridad y la toma de temperatura no existe.
La cocina: cataplana elaborada con la cola de un pez llena de espinas, lasaña recién salida del microondas. Cambio de plato, la langosta CRUDA y sin cubiertos.
Este hotel no llega ni a 3 estrellas en cualquier otro país, pero te cobran como si fuese de 5 gran lujo, ESTAFA.
Exigimos entre burlas hablar con un Director. Se presentó una tal Miriam Alexandre, Gerente de Experiencias Real. Esta señora sale poco de su despacho.
El último día, nos hicieron la habitación a última hora, en cinco minutos contados... mi nacionalidad aparecía en la hoja de ruta de las limpiadoras... ¿qué es esto? ¿Una discriminación?
En pocas palabras ya, vamos a presentar una reclamación ante la ACT portuguesa.