El hostal está bien, por 28 euros la habitación doble por noche está bastante bien. Además con baño privado, lo cual en Oporto puede ser un poco más difícil de encontrar que en España. Lo malo es que el internet en el segundo piso llegaba muy mal y todo hay que decirlo, los muelles de la cama sonaban mucho y la cama, aparentemente cómoda, hasta que te levantabas por la mañana y tenías la ligera (simplemente ligera) sensación de no haber pasado buena noche.
El dueño del hostal muy majo como dice por aquí todo el mundo.
El baño bien a secas, no estaba sucio pero tampoco era para tirar cohetes.
La casa es antigua y la decoración también, sobretodo fuera de la habitación, moqueta roja y suelos de madera, pero aceptable.
Finalmente la distancia al centro, que aunque 20 minutos no pueda parecer mucho, a la vuelta siendo subida es muy pesado. Es verdad que hay una parada de autobús en la misma puerta del hostal, pero el fin de semana pasa cada media hora, y el metro está a unos 7 minutos andando, lo cual tampoco te quita mucha distancia.
Por lo tanto, me reitero, que para lo que vale cumple su función sobradamente y lo recomiendo sin dudarlo, pero que nadie espere hablar del hotel de su vida.