Lo mejor del hotel es la ubicación, en un barrio agradable y típico de Montmartre, pegado al metro de Abbesses, a dos minutos del metro de Pigalle, cerca del café de Amélie (cuidado, pedid el café pequeño, por lo demás el precio bien) y del teleférico para subir al Sacre Coeur. También hay autobuses cerca, así como tiendas, panaderías, fruterías, algún supermercado, queserías, restaurantes, etc. El hotel en sí es muy viejuno pero está limpio y al menos tiene ascensor (muy pequeño). El baño era pequeño y olía un poco a tubería, pero estaba limpio y era funcional. La habitación, un tercero, tenía vistas a la plaza, que es bonita. La recepcionista, súper amable y además hablaba un poco de español. El precio para París era razonable (85€ la noche), aunque sin desayuno (10€ por persona y noche)