Excepcionalmente fácil de localizar, a dos pasos de la estación ferroviaria (cruzando al otro lado del canal) y a 4-5 minutos a pie de Piazzale Roma (terminal de buses), justo detrás de la Chiesa de S. Nicholò ai Tolentini, en un callejón junto al bar-restaurante "Bacco Felice", donde además se come bastante bien (exquisitas pizzas y pastas). Es un hotel chiquitín y sencillo, bastante modesto, pero funcional, práctico y relativamente céntrico. Las habitaciones son cómodas y limpias, todo funciona perfectamente, y el baño dentro de la habitación es también grande y bastante bien equipado, aunque sin bañera. La cama era muy confortable, y cuenta con TV e Internet Wifi con buena conexión (rápida). La zona es bastante tranquila, así que no hay problema para descansar plácidamente y sin ruidos. Lo mejor, eso sí, dos puntos: el precio, muy barato dada la relación calidad/precio (más que buena); y el servicio: la simpatiquísima recepcionista, Federica. Amable, dialogante, cordial, cercana, te hacía sentir como en casa en todo momento. Desde aquí, un saludo y mi total agradecimiento. Recomendado.