El hotel es muy bonito, en plena selva. Nos hicieron un upgrading por el que estamos muy agradecidos. Las habitaciones son respetuosas con el entorno y muy bonitas. La playa aparentemente es idílica pero sus aguas son oscuras por lo que no se aprecia donde pisas, sin embargo, lo peor es que hay otros huéspedes practicando deportes naúticos a motor al lado siendo el ruido muy molesto. No llevábamos desayuno pero no es caro y además aprovechamos el primer día una oferta del 20 % para tomarlo en el hotel. Era variado. Pero aquello era un jubileo de gente plato en ristre por el restaurante y algunos huéspedes cogiendo los alimentos con las manos en lugar de con las pinzas sin que ningún empleado les dijera nada. Ya no volvimos a desayunar. Sin embargo, una noche cenamos en el restaurante tailandés y fue un lujo de cena. Las instalaciones sobre el mar y sus vistas son espectaculares. Eso sí, la cerveza debería estar más fría. Una noche se nos hizo tarde y no pudimos cenar en el restaurante chino, así que lo hizimos en el lobby. El personal muy atento pero se agradecería un carta más variada. Las dos noches tomamos una copa oyendo el grupo que en ausencia de instrumentos reales, el señor llevaba una simple caja de ritmos, las dos chicas lo suplían con buen hacer y simpatía. Repetiríamos nuestra estancia a un precio similar.