La terraza de la habitación daba a un techo a 4 aguas, con daba quiero decir que las ultimas tejas estaban debajo de la baranda, solo se ve eso y el cielo por donde entran o salen los aviones del aeropuerto de Faro en función de la dirección del viento, de echo, durante la tarde me tocaron los aviones que aterrizaban y creo que a partir de las 5:30 am, todos los que despegaban
Por otro lado, el aire acondicionado es muy ruidoso, y huele a algo parecido a la naftalina, cuando llegas a la habitación el olor te golpea en las fosas nasales.
Por ultimo, la habitación es muy chica, no tiene un armario como tal, tiene una estructura de tablas blanquecinas en el “pasillo”, con la caja fuerte atornillada a una de ellas, la puerta se queda abierta a la altura de la rodilla.
Por último, tengo que decir que el personal es muy atento, por otra parte, como la mayoría de los portugueses. Las vistas desde el restaurante del hotel son de libro de arte.