Hotel situado casi al final de una cuesta muy pronunciada, por lo que si llegas con maletas hasta la parada de metro de Marqués de Pombal, luego es imposible llegar al hotel, porque hay que añadir que todas las aceras de la ciudad están hechas con piedras pequeñas no niveladas (algún gracioso del ayuntamiento lo decidió así). Para buscar alojamiento, yo haría una raya a la altura de la plaza de Marqués de Pombal, por lo que este hotel quedaría fuera. El desayuno buffet es muy básico, con jamón de York y queso en lonchas del barato y croissants pequeños de bolsa.