Mal servicio, típica actitud europea "es lo qué hay, arréglatelas como puedas"
Traía un montón de equipaje (viajaba sola), pedí ayuda y no había nadie disponible ni dispuesto a ayudar. Además me asignaron una habitación súper lejana. Como no podía con todo el equipaje se me cayó una caja y sólo me miraban, nadie movió un dedo para ayudar. En el restaurante, lentos, la gente tenía que ponerse de pie para ir a alcanzar al mesero y asegurar no tardar una hora en poder pedir algo para recibirlo en dos.
Tomé la reservación por estar en buen precio y conocer la filial de Remich que es maravillosa, qué bueno que no pagué full price por esta estancia porque me habría arrepentido por completo de pagar malo y caro